junio 18, 2008

El Olor de la Muerte

Poco o nada se habla del olor de la muerte, pero en las pocas veces que se hace uno lo asocia con cuerpos pudriéndose a la rivera del camino o tratamientos morfínicos a los despojos de un difunto.

¿A quien le podría gustar el olor de la muerte?

Para mi la muerte engloba olores embriagantes, perfumes indescifrables y a veces hasta sabores exquisitos.

El solo imaginar, caminar por praderas infinitas, con el rocío acariciándolas suavemente y el pasto recién cortado me trae recuerdos interminables. Recuerdos de la infancia, de una infancia llena de animales de granja, establos antiguos y metales oxidados. Recuerdos, llenos de olores a polvo, a tejas húmedas y a cuartos oscuros donde se almacenaba de todo.

Los olores de la muerte me recuerdan la sonrisa de Marcela cuando la despierto con rosas frescas por la mañana. Es un ángel.

Hojas de eucalipto, arreglos de cilantro y perejil; praderas de amelga y vastos crisantemos. Todas esas plantas aportan con su muerte para adornar los rincones de mi vida, llenarlos de aromas impensados cargados de nostalgia y recuerdos furtivos. ¿Es egoísta de mi parte que una vida se profane para aromar la mía?